APENDICE R
(Tomado de la sección de comentarios y apéndices a “La Santa
Biblia en Su orden original—Una versión fiel con comentario”, segunda edición.)
¿Qué significa “Obras de ley”?
Por
Fred R. Coulter
www.idcb.org
¿Cual es el verdadero significado bíblico de “obras de
ley” en relación a la “justificación por fe” y el guardar los mandamientos? Las enseñanzas protestantes tradicionales crean
tremendos problemas en entender el verdadero significado de Escrituras
críticas, reclamando que cuando una persona ha sido justificada por fe, él o
ella no tiene que guardar los mandamientos de Dios, y que aquellos que guardan
las leyes y mandamientos de Dios están buscando la justificación por “obras
de la ley.” Ellos citan Romanos 3:20-22, 28 como prueba de que aquel que ha
sido “salvo” no tiene que guardar la ley. En la Reina Valera 1960 estos
versos dicen: “…ya que por las obras de la ley ningún ser humano será
justificado delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del
pecado. Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios,
testificada por la ley y los profetas; la justicia de Dios por medio de la fe
en Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia, …Concluimos,
pues, que el hombre es justificado por fe sin las obras de la ley.”
La frase “por obras [griego ergwn ergon, “obras, hechos”] de la ley ningún
ser humano será justificado delante de él;” junto con las frases “aparte de la
ley” y “sin obras [Griego ergwn ergon, “obras, hechos”] de la ley,” dan la impresión de que la
ley y el guardar los mandamientos no es requerido para la salvación. Entre
aquellos reforzando esta teoría, es declarado que “la justicia de Dios por
medio de la fe en Jesucristo” significa que la justificación es por fe sin
ninguna obra. Por tanto, los mandamientos de Dios no son mas obligatorios a
aquellos que creen en Jesús porque “Cristo es el fin de la ley” (Romanos 10:4).
La confusión creada por estas referencias Escriturales
es complicada aun mas con lo que Pablo escribió en Romanos 2: “Porque los oidores de la ley no son
justos delante de Dios, sino los hacedores de la ley serán justificados” (Romanos 2:13). ¿Como es que “los hacedores de la
ley serán justificados,” cuando “las obras de la ley” no justifican?
Pablo también escribió que la Ley no es abolida por la
fe; sino que la Ley es establecida por la fe: “¿Estamos nosotros, entonces, aboliendo la ley a
través de fe? ¡DE NINGUNA MANERA! Más bien, estamos estableciendo la ley” (Romanos 3:31). En
vez de eliminar la Ley, Pablo reafirmó lo que Jesucristo enseñó concerniente a
la Ley, cuando Él dijo: “No piensen que he venido a abolir la Ley o
los Profetas; no vine a abolir, sino a cumplir. Porque verdaderamente
les digo, hasta que el cielo y la tierra pasen, una jota o una tilde en ninguna
forma pasará de la Ley hasta que todo haya sido cumplido” (Mateo 5:17-18). (Por favor vea ¿Cómo cumplió Jesucristo la Ley y los Profetas?”)
Los problemas al entender estas
Escrituras, así como las interpretaciones erróneas de Romanos 3:20-22, comenzaron con traducciones
imprecisas y suposiciones. La traducción incorrecta comenzó con la traducción
de John Wycliffe en 1380 de la Vulgata Latina. En inglés moderno dice: “Porque
de obras de la ley, cada carne no será justificada delante de él, porque por la
ley es el conocimiento del pecado, pero ahora sin la ley, la justicia de Dios
es mostrada, esta es testigo de la ley y los profetas y la justicia de Dios es
por la fe de Jesucristo en todos los hombres y sobre todos los hombres que
creen en él” (Samuel Bagster, The English Hexapla, 1841).
La traducción de William Tyndale de 1534 es
ligeramente diferente. Sin embargo, su interpretación da también la fuerte
impresión de que guardar los mandamientos y leyes no era requerido: “Porque por
obras de la ley, ninguna carne será justificada a la vista de Dios. Porque por
la ley viene el conocimiento del pecado. Ahora en verdad es declarada la
justicia que viene de Dios sin el cumplimiento de la ley, aun teniendo
testigo de la ley y de los Profetas. La justicia sin duda la cual es buena ante
Dios, viene por la fe de Jesucristo hacia todos y sobre todos los que creen” (Traducción
de William Tyndale, Samuel Bagster, The English Hexapla, 1841; vea
también Tyndale’s New Testament, 1536).
Después de una revisión de estos versos, se puede
notar que Tyndale agregó tres palabras, “el cumplimiento de,” a la frase “sin
la ley,” haciendo que se lea “sin el cumplimiento de la ley.” Tyndale se desvió
demasiado del texto griego al agregar estas palabras extras, y la traducción
resultante da la impresión de que nadie tiene que guardar la Ley. Sin embargo,
mientras su traducción parece apoyar la enseñanza de que la obediencia a las
leyes y mandamientos de Dios no es necesaria, otros escritos de Tyndale
muestran que él creía exactamente lo opuesto. Sin embargo, su traducción
reforzó la creencia protestante de que a los Cristianos no se les requiere
guardar la Ley. De hecho, esta mala interpretación ha dado surgimiento a la “gracia
ilegal o sin ley” que esta rampante en el protestantismo ortodoxo y en el
catolicismo hoy y es absolutamente contraria a la Palabra de Dios.
La correcta traducción del griego
y la adecuada interpretación de estos versos revelarán lo que Pablo en verdad
dijo. Pero primero, las siguientes palabras y frases deben ser definidas:
pecado, ley, la letra de la Ley, las obras de la Ley, el espíritu de la Ley,
justificación por fe y la justicia de Dios.
Definición de frases y palabras claves
Pecado:
¿Que es pecado? Juan escribió: “Todo
aquel que comete pecado, infringe también la ley; pues el pecado es infracción
de la ley” (I Juan 3:4, Reina Valera 1960). Una traducción literal de
este verso dice, “Todo aquel
que practica pecado esta también practicando ilegalidad, pues pecado es
ilegalidad.” El pecado aísla a una
persona de Dios, y la paga del pecado es muerte (Romanos 3:23). Hay pecados
externos, los cuales son observables y conocidos por otros, y hay pecados
internos, los cuales son los pecados ocultos del corazón y la mente. Muchas
veces una persona cometiendo un pecado interno no es consciente de el. Más aun,
nadie conoce los pecados internos de otro porque nadie puede leer la mente y el
corazón de otro. Sin embargo, dado que Dios es un Dios que conoce los
corazones, Él conoce los pecados ocultos del corazón.
El apóstol Pablo escribió acerca de los males de la
naturaleza humana, que no hay nadie que sea justo—todos son pecadores: “…Porque ya hemos acusado a judíos y
gentiles—TODOS—con estar bajo pecado, exactamente como está escrito: “Porque
no hay un justo—¡ni siquiera uno! No hay uno que entienda; no hay uno
que busque a Dios. Todos ellos han salido del camino; juntos todos ellos
han llegado a ser depravados. No hay siquiera uno que esté practicando
bondad. ¡No, no hay tantos como uno! Sus gargantas son como una tumba
abierta; con sus lenguas han usado engaño; el veneno de áspides está
bajo sus labios, cuyas bocas están llenas de maldición y amargura; sus pies son
rápidos para derramar sangre; destrucción y miseria están en sus
caminos; y el camino de paz no han conocido. No hay temor de Dios
delante de sus ojos.” Entonces, sabemos que cualquier cosa que la ley diga,
habla a aquellos que están bajo la ley, para que toda boca pueda ser cerrada, y
todo el mundo pueda llegar a ser culpable delante de Dios.” (Romanos 3:9-19).
Jesús reveló que el pecado se origina dentro del
corazón y la mente del hombre: “Y Él dijo, ‘Eso que brota desde adentro de un hombre, eso
profana al hombre. Porque desde adentro, desde los corazones de los hombres,
salen malos pensamientos, adulterios, fornicaciones, asesinatos, robos,
codicias, maldades, engaño, libertinaje, un ojo malo, blasfemia, orgullo,
tonterías; todos estos males salen desde adentro, y profanan al hombre.’
” (Marcos 7:20-23).
El profeta Jeremías dijo, “El corazón es engañoso sobre todas
las cosas, y desesperadamente malo; ¿Quién puede conocerlo?” (Jeremías 17:9). Y de nuevo Pablo declaró, “Porque la mente carnal es enemistad
contra Dios, porque no está sujeta a la ley de Dios; ni en verdad puede estarlo.” (Romanos 8:7).
La Ley: El
termino “la ley” en el Nuevo Testamento, en la mayoría de los
casos se refiere a las leyes y mandamientos de Dios como son encontrados en los
cinco libros de Moisés. Pero en algunos contextos “la ley” se
refiere al pacto que Dios hizo con Israel. En el libro de Hebreos, “la ley” también
puede referirse a las leyes rituales de sacrificios que eran ofrecidos en el
templo en Jerusalén. En otros casos, “ley” se refiere a una ley específica.
El propósito de la Ley de Dios es definir el
pecado. Esta da el conocimiento de lo que es pecado, “…porque a través de la ley es el conocimiento del
pecado” (Romanos 3:20). Si no hubiera Ley, no habría pecado. Más aún,
si no hubiera pecado, no habría necesidad de perdón, ni necesidad de un
Salvador. Esto es lo que Pablo quiso decir cuando escribió, “Porque la ley desarrolla ira; porque donde no hay ley, no hay
trasgresión” (Romanos 4:15). Aquellos que transgreden la ley, o pecan,
están bajo la pena del pecado. El último fin del pecado es la muerte, porque “la paga del pecado es muerte” (Romanos 6:23).
La Ley define el pecado. La ley no tiene poder para
hacer cumplir u obligar a alguien a obedecer (Gálatas 3:21). Aun con el
conocimiento de la Ley, la gente peca (Romanos 7:7-25); consecuentemente, todo
el mundo está bajo la ley y es culpable ante Dios, ya sea que lo reconozca o no
(Romanos 2:11-13; 3:19).
La letra de la Ley: Desde el comienzo del mundo, Dios ha requerido que
toda la gente obedezca Sus leyes y mandamientos en la letra de la Ley (Génesis
4:6-8). Luego, en los días de Noé, a causa del pecado y la violencia, Dios
destruyó toda vida con el Diluvio (Génesis 6:5-13). Después del Diluvio, Dios
incorporó Sus leyes y mandamientos dentro del pacto que Él hizo con Noé y su
familia (Génesis 8:20-22; 9:1-17). Luego, Él estableció Su pacto con Abraham y
su semilla. Abraham le creyó a Dios, y su fe le fue imputada como justicia
(Génesis 15:4-6). Cuando Dios transfirió las promesas del pacto que Él había
establecido con Abraham a Isaac, Dios declaró que fue a causa de la obediencia
de Abraham: “Y el SEÑOR se le
apareció y dijo, ‘No desciendas a Egipto. Vive en la tierra la cual Yo te diré.
Permanece en esta tierra, y estaré contigo y te bendeciré, porque a ti y a tu
semilla, daré todas estas tierras; y estableceré el juramento el cual juré a
Abraham tu padre. Y multiplicaré tu semilla como las estrellas de los cielos y
daré a tu semilla todas estas tierras. Y en tu semilla serán benditas todas las
naciones de la tierra, porque Abraham obedeció Mi voz y guardó Mi encargo, Mis
mandamientos, Mis estatutos y Mis leyes.’ ” (Génesis 26:2-5). Los mandamientos, estatutos y leyes de
Dios por los que Abraham fue elogiado de guardarlos fueron los mismos que luego
Él dio a los hijos de Israel en el Monte Sinaí.
En el pacto de Dios con Israel, también conocido como
el Antiguo Pacto, a los hijos de Israel les fue dada una elección entre vida y
muerte, bendición y maldición, dependiendo de la adherencia de ellos a Sus
mandamientos y leyes: “He
aquí, he colocado delante de ustedes en este día vida y bien, y muerte y
mal, en que les mando en este día amar al SEÑOR su Dios, caminar en Sus
caminos, y guardar Sus mandamientos y Sus estatutos y Sus juicios para que
puedan vivir y multiplicarse. Y el SEÑOR su Dios los bendecirá en la tierra
donde van a poseerla. Pero si su corazón se aparta, de modo que no escuchen,
sino sean arrastrados y adoren otros dioses y los sirvan, yo les denuncio en
éste día que ciertamente morirán; no prolongarán sus días sobre la
tierra a donde pasan sobre el Jordán para ir a poseerla. Yo llamo al cielo y a
la tierra para registrar este día contra ustedes que he colocado delante
de ustedes vida y muerte, bendición y maldición. Por lo tanto, escojan vida,
para que ustedes y su semilla puedan vivir, para que puedan amar al SEÑOR su
Dios, y puedan obedecer Su voz, y puedan unirse a Él; porque Él es su
vida y la longitud de sus días, para que puedan vivir en la tierra la cual el
SEÑOR juró a sus padres—a Abraham, a Isaac, y a Jacob—dárselas.” (Deuteronomio 30:15-20).
En Deuteronomio 28, Dios listó las bendiciones por la
obediencia y las maldiciones por la desobediencia. Él esperaba que Israel
obedeciera todas Sus leyes y mandamientos en la letra de la Ley. En retorno,
ellos recibirían las bendiciones físicas de Dios. El pacto con Israel no
ofreció promesa de vida eterna; esto no vendría hasta Jesucristo. (En el
Antiguo Testamento, Dios revela que algunos escogidos, tales como los
patriarcas, profetas, y algunos de los reyes justos de Israel y Judá,
recibieron el regalo y promesa de la vida eterna. Ellos estarán en la primera
resurrección cuando Jesucristo regrese.)
Obras de ley: Esta frase, “obras de ley,”
es tal vez una de las frases más mal entendidas en las Epístolas de Pablo. La
confusión acerca del significado de esta frase se origina de una traducción
imprecisa del término griego, ergwn nomou ergon
nomou el cual significa literalmente “obras de ley.” Esta no significa “las
obras de la ley.” En la Reina Valera 1960, así como en otras
versiones, los traductores han insertado dos artículos definidos dentro de esta
frase que no son encontrados en el texto griego. Un artículo definido, “las,”
ha sido insertado antes de la palabra “obras” y el otro artículo definido, “la,”
antes de la palabra “ley,” haciendo que esto se lea incorrectamente como “las
obras de la ley.” Los traductores sintieron que era necesario agregar
estos dos artículos definidos para ayudar a clarificar el significado, porque
ellos pensaban que la frase ergon nomou se refería exclusivamente a las
leyes y mandamientos de Dios. De ese modo, ha sido asumido que guardar los mandamientos
de Dios no es requerido porque “las obras de la ley” no
justifican a nadie con Dios. Mientras es cierto que “obras de ley” pueden
referirse a las leyes de Dios, Pablo indudablemente tuvo la intención de una
aplicación más grande de la frase.
Si el apóstol Pablo hubiera tenido la intención de que
la frase dijera “las obras de la ley,” él muy seguramente lo hubiera escrito de
esa forma en el griego. De hecho, hay un verso, y solo un verso, donde Pablo
realmente escribió la frase completa “la obra de la ley,” cuando escribió: “Porque cuando los gentiles, los
cuales no tienen la ley, practican por naturaleza las cosas
contenidas en la ley, esos que no tienen la ley son una ley hacia sí
mismos; quienes muestran la obra de la ley escrita en sus propios
corazones, sus conciencias dando testimonio, y sus razonamientos también,
mientras se acusan o defienden el uno al otro” (Romanos 2:14-15).
La frase griega en el verso 15 es to ergon tou nomou to ergon tou nomou la cual, cuando es
traducida al inglés dice, “la obra de la ley.” Aquí es bastante evidente que
Pablo estaba en verdad hablando acerca de las leyes de Dios.
En otros siete lugares donde
Pablo usó este término, él no usó el artículo definido. En su lugar, él
escribió solo la frase ergwn nomou ergon
nomou, “obras de ley.” En
todos los lugares donde aparece ergon nomou, debería ser traducido como “obras de ley” en vez de “las obras
de la ley.” Abajo se listan los siete lugares adicionales donde Pablo
usó la frase ergwn nomou ergon nomou,
“obras de ley”:
1) Romanos 9:31-32: “Pero Israel, aunque ellos siguieron tras
una ley de justicia, no alcanzaron una ley de justicia. ¿Por qué? Porque no la
buscaron por fe, sino por obras de ley: porque ellos tropezaron en la
Piedra de tropiezo”
2-4) Gálatas 2:14-16: “Pero cuando vi que ellos no caminaban
rectamente de acuerdo a la verdad del evangelio, le dije a Pedro en la
presencia de todos ellos, “Si tú, siendo un judío, estás viviendo como los
gentiles, y no de acuerdo al judaísmo, ¿por qué obligas a los gentiles a
judaizar? Nosotros que somos judíos por naturaleza—y no pecadores de los
gentiles—sabiendo que un hombre no es justificado por obras de ley, sino
a través de la fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído en Cristo
Jesús para poder ser justificados por la fe de Cristo, y no por obras
de ley; porque por obras de ley ninguna carne será justificada.”
5) Gálatas 3:2: “Esto
solamente deseo saber de ustedes: ¿Recibieron el Espíritu de Dios por obras
de ley, o por el oír de fe?”
6) Gálatas 3:5: “Por tanto consideren
esto: Quien les está supliendo el Espíritu, y Quien está trabajando
obras de poder entre ustedes, ¿está haciéndolo por obras de ley o
por el oír de fe?”
7) Gálatas 3:10: “Porque
tantos como estén apoyándose en obras de ley están bajo una
maldición, porque está escrito, “Maldito es todo el que no continúa en
todas las cosas que han sido escritas en el libro de la ley para hacerlas.’ ”
El verdadero significado de “Obras de ley”: Es
evidente en estos versos que Pablo está incluyendo las leyes tradicionales del
judaísmo en la frase “obras de ley.” En Gálatas 2, Pedro y los otros no estaban
siguiendo una ley de Dios sino estaban observando una ley tradicional del judaísmo
para comer separadamente de los gentiles. Pedro sabía mejor porque quince años
antes, cuando Dios envió a Pedro a la casa de Cornelio, Pedro le dijo a
Cornelio, “…‘Ustedes saben
que es ilegal para un hombre que es judío asociarse con o acercarse a cualquiera
de otra raza. Pero Dios me ha mostrado que ningún hombre debe ser
llamado común o impuro.” (Hechos 10:28).
Pedro estaba hablando acerca de una ley del judaísmo—una tradición hecha por el
hombre. Por tanto, el uso por Pablo de la frase “obras de ley” incluye todas
las leyes tradicionales del judaísmo humanamente concebidas como religiosas
(Marcos 7:1-13). Esto también puede referirse a los rituales religiosos
gentiles y a los sacrificios que ellos ofrecían a sus dioses (Hechos 14:8-18).
Además, la frase “obras de ley” puede incluir también
todos los rituales y sacrificios bajo el Antiguo Testamento. Pablo escribió que
era imposible para esos rituales y sacrificios, expiar el pecado ante Dios el
Padre en el cielo: “Porque la
ley, teniendo solo una sombra de las buenas cosas que vienen, y
no la imagen de aquellas cosas, con los mismos sacrificios los cuales ofrecen
continuamente año tras año, nunca es capaz de hacer perfectos a aquellos
que vienen a adorar. De otro modo, ¿no habrían cesado de ser ofrecidos?
Porque una vez que hubieran sido purificados aquellos que adoran, no
serían más conscientes de pecado. Por el contrario, al ofrecer estos sacrificios
año tras año, hay un recuerdo de pecados porque es imposible por
la sangre de toros y machos cabríos quitar pecados.” (Hebreos 10:1-4).
En resumen, “obras de ley” se refiere a las obras de
cualquier ley—las leyes de Dios, las leyes del judaísmo, y las leyes de
religiones paganas. Indudablemente Pablo se refería al uso más amplio de “obras
de ley,” el cual incluye todas las obras de ley de todas las religiones.
El espíritu de la Ley: Isaías
profetizó que Jesucristo magnificaría la ley: “El SEÑOR está bien complacido por amor a Su justicia; Él
magnificará la Ley y la hará gloriosa”
(Isaías 42:21). La palabra hebrea traducida como “magnificar” es gahdal
y significa: “avanzar, exceder, llegar a ser, hacer, dar, poner más grande,
incrementar, magnificar” (Wigram, Englishman’s Hebrew-Chaldee Concordance of
the Old Testament, 1980).
En todas Sus enseñanzas, Jesucristo magnificó la Ley y
la hizo espiritualmente obligatoria. En Su “Sermón del Monte” Jesús dijo
repetidamente, “Ustedes han
escuchado que fue dicho a aquellos en tiempos antiguos … Pero
Yo les digo...” (Mateo 5-7). Él declaró y
enseñó que las leyes y mandamientos de Dios deben ser guardados en “el espíritu
de la ley.” Para obedecer el espíritu de la ley, la gente necesita el Espíritu
Santo de Dios, y las leyes y mandamientos de Dios necesitan ser escritos en sus
corazones y mentes (Hebreos 10:16-17).
Concerniente a guardar la Ley en el espíritu, Pablo
escribió, “…para poder servir en novedad de espíritu, y no en
antigüedad de la letra … la ley es en verdad santa, y el mandamiento santo y justo y
bueno … Porque sabemos que la ley es espiritual…” (Romanos 7:6, 12, 14). En estos versos, Pablo se está
refiriendo a la intención espiritual para guardar los mandamientos de Dios,
conocida como “el espíritu de la ley.” Los verdaderos cristianos obedecerán las
leyes y mandamientos de Dios en novedad de espíritu. Su obediencia no solamente
vendrá de sus corazones, sino será manifestada externamente en sus acciones.
Toda la Ley y los Profetas está basada en el
amor y debe ser guardada en el espíritu de la Ley. Eso es lo que Jesucristo
dijo cuando respondió la pregunta del escriba: “Y uno de los escribas que habían venido a Él, tras
oírlos razonar juntos y percibir que Él les respondió bien, le preguntó,
‘¿Cuál es el primer mandamiento de todos?’ Entonces Jesús le respondió, ‘El
primero de todos los mandamientos es, “Oye, Oh Israel. Nuestro único
Dios es el Señor, el Señor. Y amarán al Señor su Dios con
todo su corazón, y con toda su alma, y con toda su mente, y con toda su fuerza.”
Este es el primer mandamiento. Y el segundo es como este: ‘Amarán
a su prójimo como a ustedes mismos.’ No hay otro mandamiento más
grande que estos.” Entonces el escriba le dijo, “Correcto, Maestro. Has hablado
de acuerdo a la verdad de que Dios es uno, y no hay otro además
de Él; y amarlo con todo el corazón, y con todo el entendimiento, y con toda
el alma, y con toda la fuerza, y amar al prójimo como a uno
mismo, es más que todas las ofrendas quemadas y sacrificios.” Y Jesús, viendo
que él respondió con entendimiento, le dijo, “No estás lejos del reino de Dios.”
Y nadie se atrevió a preguntarle nada más.”
(Marcos 12:28-34). Mateo también registró la declaración de Jesús con respecto
a los mandamientos de amar a Dios y a su prójimo como a usted mismo, “De estos dos mandamientos pende toda la Ley
y los Profetas” (Mateo 22:40).
Jesús enseñó más enfáticamente a guardar los
mandamientos basado en amar a Dios: “Si me aman, guarden los mandamientos—a saber, Mis mandamientos…
Quien tiene Mis mandamientos, y los está guardando, ese es quien Me ama; y
quien Me ama será amado por Mi Padre, y Yo lo amaré, y Me manifestaré Yo mismo
a él.”… “Si alguno Me ama, guardará Mi palabra; y Mi Padre le amará, y Nosotros
vendremos a él, y haremos Nuestra morada con él. Quien no Me ama, no guarda Mis
palabras; y la palabra que ustedes escuchan no es Mía, sino del Padre, Quien Me
envió… Como el Padre Me ha amado, Yo también los he amado; vivan en Mi amor. Si
guardan Mis mandamientos, vivirán en Mi amor; así como Yo he guardado los
mandamientos de Mi Padre, y vivo en Su amor.” (Juan 14:15, 21, 23-24; 15:9-10).
El apóstol Juan escribió que
los mandamientos de Dios no son pesados: “Y por este estándar sabemos que lo conocemos: si guardamos
Sus mandamientos. Aquel que dice, “Lo conozco,” y no guarda Sus mandamientos,
es un mentiroso, y la verdad no está en él. De otro lado, si cualquiera está
guardando Su Palabra, verdaderamente en aquel el amor de Dios está siendo
perfeccionado. Por este medio sabemos que estamos en Él… Por este estándar
sabemos que amamos a los hijos de Dios: cuando amamos a Dios y guardamos Sus mandamientos.
Porque este es el amor de Dios: que guardemos Sus mandamientos; y Sus
mandamientos no son pesados.”
(I Juan 2:3-5; 5:2-3).
Después que una persona ha
sido convertida, debe caminar en novedad de vida y hacer las “buenas obras” de
amar a Dios y guardar Sus mandamientos. El guardar los mandamientos en el
espíritu de la Ley guarda a una persona de pecar, porque “por la ley es el
conocimiento del pecado.”
Justificación por fe: Cuando
uno está viviendo en un estado de pecado, es cortado de Dios. Para ser hecho
recto con Dios, el pecador debe arrepentirse delante de Dios el Padre y aceptar
el sacrificio de la sangre de Jesucristo como el pago completo por sus pecados.
Dios justifica al pecador arrepentido independiente de guardar los mandamientos.
Nadie puede ser justificado a la vista de Dios por ninguna obra de ninguna ley.
Más bien, la justificación es dada al creyente basada en fe. Este estado de
justificación es llamado el “regalo de justicia” la cual Dios el Padre imputa
libremente al creyente arrepentido. (Romanos 5:17).
La función de las leyes y
mandamientos de Dios es mostrarles a los hombres como vivir, así como también
mostrarles que es pecado. Ninguna ley puede perdonar el pecado. Ninguna ley
puede dar vida eterna. Esa no es la función de la ley. Únicamente Dios el Padre
puede justificar del pecado a una persona a través del sacrificio y sangre de
Jesucristo, lo cual es separado de la Ley y el guardar los mandamientos. Sin
embargo, la justificación de pecados pasados no anula la Ley o las buenas obras
que Dios requiere de los verdaderos creyentes. Esto es lo que Pablo se refirió
cuando escribió: “(Porque los
oidores de la ley no son justos delante de Dios, sino los hacedores de
la ley serán justificados.”
(Romanos 2:13).
La justicia de Dios: La justicia de Dios es mostrada por
Su gracia al perdonar el pecado a través de la sangre y sacrificio de Jesús.
Esta justicia coloca al pecador perdonado en una posición correcta con Dios.
Pablo escribió: “Porque todos
hemos pecado, y estamos destituidos de la gloria de Dios; pero estamos siendo
justificados gratuitamente por Su gracia a través de la redención que está
en Cristo Jesús; a Quien Dios ha manifestado abiertamente ser una
propiciación a través de la fe en Su sangre, para demostrar Su
justicia, respecto a la remisión de pecados pasados, a través de la paciencia
de Dios; para públicamente declarar Su justicia en el tiempo presente,
para que Él pudiera ser justo, y Aquel Quien justifica a aquel que es
de la fe de Jesús.”
(Romanos 3:23-26). La justicia de Dios de la que Pablo escribe es la expresión
del amor, misericordia, perdón y justificación de Dios a través de Jesucristo.
En un sentido, en este contexto, la palabra “justificación” podría ser
libremente sustituida por la palabra “justicia” porque la justicia de Dios
significa la justificación que Él da gratuitamente al pecador arrepentido.
La correcta traducción de Romanos 3:20-26
Con un entendimiento adecuado de las palabras y frases
que el apóstol Pablo usó, es posible entregar una traducción más precisa de
Romanos 3:20-26. La traducción correcta de estas Escrituras difíciles que Pablo
escribió las hace más fáciles de entender: “Por tanto, por obras de ley ninguna carne será justificada
delante de Él; porque a través de la ley es el conocimiento del
pecado. Pero ahora, la justicia [justificación] de
Dios que es separada de ley ha sido revelada, siendo atestiguada por la Ley y los Profetas; incluso
la justicia [justificación]
de Dios que es a
través de la fe de Jesucristo, hacia todos y sobre todos aquellos que creen; porque no hay
diferencia. Porque todos hemos pecado, y estamos
destituidos de la gloria de Dios; pero estamos siendo justificados
gratuitamente por Su gracia a través de la redención que está en Cristo
Jesús; a Quien Dios ha manifestado abiertamente ser una propiciación
a través de la fe en Su sangre, para demostrar Su justicia [justificación], respecto a la remisión de pecados pasados, a
través de la paciencia de Dios; para públicamente declarar Su
justicia [justificación] en el tiempo presente, para que El pudiera
ser justo, y Aquel Quien justifica a aquel que es de la
fe de Jesús.”
El perdón de pecados y la justificación para Dios son
solamente alcanzados a través del sacrificio y sangre de Jesucristo. Estos son
regalos de Dios para el pecador arrepentido y no pueden ser ganados por ninguna
otra obra, como Pablo escribió: “Porque por gracia han sido salvos a través de fe, y esta no
es de ustedes mismos; es el regalo de Dios, no de obras, para que
nadie pueda jactarse. Porque somos Su hechura, creados en Cristo Jesús hacia
las buenas obras que Dios ordenó de antemano para que pudiéramos
caminar en ellas.” (Efesios 2:8-10).
Mientras ninguna obra de ninguna ley puede traer
justificación espiritual, Dios el Padre y Jesucristo requieren de aquellos que
tienen el Espíritu de Dios, obedecer Sus leyes y mandamientos en el espíritu de
la Ley. La observancia de la Ley y la justificación por fe tienen propósitos
diferentes. Ambos son
requeridos para la salvación.