APENDICE
T
(Tomado
de la sección de comentarios y apéndices a “La Santa Biblia en Su orden
original—Una versión fiel con comentario”, segunda edición.)
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El
espíritu del hombre
Por
Fred
R. Coulter
www.idcb.org
El profeta Zacarías escribió que Dios “…forma
el espíritu del hombre dentro de él.” (Zacarías 12:1). La preservación de
esta frase en el texto demuestra que este elemento fue vital para la creación
de Dios de la raza humana.
En
su libro, Hechos y teorías de un estado futuro (p. 48), el erudito
bíblico F.W. Grant escribió: “… junto con la formación de los cielos y la
tierra, como de igual importancia con estos (el cuerpo siendo además pasado por
alto en la materia) es puesto por el escritor inspirado esta formación del
espíritu del hombre. Y esta es la molestia completa de la teoría materialista
[es decir, la evolución]. El espíritu del hombre es formado dentro de él.
Es entonces una entidad [única] separada en cada hombre individual, no un
principio común compartido por todos (como el aliento de vida)” (Smith, El
nuevo tesoro de conocimiento escritural, p. 1020).
Cuando
Dios o Elohim creó a los seres humanos a Su imagen y semejanza, Él formó
al primer Adán del polvo de la tierra (Génesis 1:26-27). Común a todas las
criaturas es el aliento de vida (Eclesiastés 3:19). Dios impartió esto a Adán y
más tarde a Eva en la creación (Génesis 2:7; Job 27:3). Al mismo tiempo, Dios formó
dentro de Adán y Eva una esencia espiritual única para cada uno de ellos
llamado el “espíritu del hombre.” (Vea Job 34:14 e Isaías 42:5 como prueba de
que los humanos poseen ambos el aliento de vida y el espíritu del hombre).
Cuando una persona muere, sus pensamientos concientes cesan, el cuerpo regresa
al polvo y el espíritu regresa a Dios Quien lo dio (Salmo 6:5; Eclesiastés
3:20-21; 9:10, 12:7; Isaías 38:18; Hebreos 12:23).
Adán
y Eva fueron creados inicialmente sin pecado, con libre albedrio para escoger
entre la obediencia y la vida, o la desobediencia y la muerte. Dios creó a los
primeros seres humanos muy buenos (Génesis 1:31). Sin embargo, Adán y Eva
pecaron y sus naturalezas fueron cambiadas para estar sujetos a la lujuria de
la carne y los deseos de la mente (Efesios 2:1-3). Todos los humanos de ahí en
adelante, excepto Jesús, han pecado, todos están en necesidad de perdón y del Espíritu
de Dios (Romanos 3:23; II Corintios 5:21). Las personas naturales con sus cinco
sentidos, guiadas por la mente carnal, no pueden obedecer las leyes de Dios, ni
discernir Sus obras y planes (Romanos 8:5; I Corintios 2:14). Únicamente Dios
puede salvar al hombre de sus pecados, y únicamente Su Espíritu puede guiarlo al
entendimiento de las cosas espirituales.
La
solución al estado presente pecaminoso del hombre es encontrado más tarde en Zacarías
12:10, donde el profeta explica la base de la restauración de Israel en los
últimos días. Aquí el SEÑOR Dios de Israel habló: “Y
derramaré sobre la casa de David, y sobre la gente de Jerusalén, el espíritu de
gracia [vea
Hebreos 10:29 en donde el Espíritu Santo es conocido por este nombre] y de súplica. Y ellos Me mirarán a Quien han atravesado, y
lamentarán por Él, como uno lamenta por su único hijo, y estarán en
amargura por Él, como la amargura por el primogénito.” (Zacarías 12:10).
Después de Su segunda venida, Jesús salvará a Judá e Israel, y el remanente de
los hombres que sean dejados buscarán al SEÑOR, y todo el que se arrepienta recibirá
el Espíritu Santo (Isaías 2:2-3; Zacarías 8:22-23, 10:6; Juan 7:37-39; Hechos
15:14-17). El Espíritu Santo ha sido ahora dado a aquellos que Dios ha llamado
a Su Iglesia (Hechos 2:38-39).
Para
más información sobre el espíritu del hombre, la naturaleza humana, el pecado,
el Espíritu Santo y otros tópicos, vea el Apéndice M