CAPITULO
1
(Tomado
de la sección de comentarios y apéndices a “La Santa Biblia en Su orden
original—Una versión fiel con comentario”, segunda edición.)
____________________________________
Acerca de la estructura de la Biblia
Por
Fred
R. Coulter
www.idcb.org
Usted está sosteniendo en sus manos una Biblia única. La
Santa Biblia en Su orden original—Una versión fiel con comentario es la
primera Biblia completa alguna vez publicada que presenta todos los libros en su
orden manuscrito original. De todas las billones de Biblias que han sido
traducidas, impresas y distribuidas alrededor del mundo, nunca ha habido una
Biblia completa—ambos el Antiguo y el Nuevo Testamento—con los libros
arreglados de acuerdo al orden manuscrito originalmente inspirado.
Antes de su muerte en el 2002, Ernest L. Martin, Ph.D.—un
erudito bíblico e historiador eminente—fue por décadas la única “voz en el
lugar desolado” defendiendo que una Biblia completa en su orden manuscrito
original fuera publicada. En su tercera edición de 1994 de Restaurando la
Biblia Original, él escribió: “El mundo nunca ha tenido una Biblia
completa del Antiguo y Nuevo Testamento en el orden manuscrito original de los
libros bíblicos. ¡Este es un hecho! Es casi increíble que tal arreglo de
los libros no manuscritos de la Biblia pudiera existir, pero todas las
traducciones modernas de las Santas Escrituras no siguen los manuscritos
antiguos. Los publicadores en su búsqueda por imprimir numerosas versiones de
la Biblia han sido guiados a evitar el posicionamiento manuscrito de los libros
bíblicos a favor de un orden eclesiástico el cual no tiene justificación de los
manuscritos antiguos hebreos y griegos de la Biblia… [Ellos] se han descuidado
asiduamente de producir una Biblia completa la cual posiciona los libros en el
orden manuscrito correcto. El resultado ha sido una masa de traducciones y
versiones de la Biblia las cuales están literalmente patas arriba en su diseño
y arreglo” (Martin, Restaurando la Biblia original, pág. 7, 1; énfasis
añadido). Unos pocos han llegado cerca, sin embargo, tales como la Biblia Judía
Completa 2002 de David Stern. Stern retuvo el orden original de los libros
del Antiguo Testamento, aun así arregló el Nuevo Testamento en el orden
católico/protestante original. Tres Nuevos Testamentos publicados siguen el
orden original: Nuevo Testamento griego numérico de Ivan Panin, 1914; El
Nuevo Testamento en Su orden original de Fred Coulter, 2004; y, con el texto
griego únicamente, El Nuevo Testamento en el griego original—redacción
bizantina, de Robinson y Pierpoint, 2005.
Origen del orden incorrecto de los libros de la Biblia
El Antiguo Testamento:
En todas las traducciones de la “Biblia Protestante”—tales como la versión
Ginebra, la versión King James y otras versiones sin los apócrifos—los primeros
cinco libros del Antiguo Testamento están en el orden manuscrito apropiado. Sin
embargo, el resto de los libros del Antiguo Testamento están arreglados en un
orden eclesiástico ideado por Jerome en el siglo cuarto d.C cuando tradujo la
Biblia al latín, una versión conocida como la Vulgata Latina.
Jerome reconoció libremente que el orden manuscrito original del
Antiguo Testamento Aarónico/Levítico estaba compuesto de 22 libros hebreos
escritos en rollos. (Hay 22 libros porque hay 22 letras en el alfabeto hebreo.)
Sin embargo, Jerome no siguió completamente el orden inspirado de los libros de
acuerdo a la canonización final del sumo sacerdote Esdras y la Gran Asamblea, y
preservado por el sacerdocio Aarónico/Levítico—los verdaderos guardianes del
Antiguo Testamento. En su lugar, él escogió seguir el orden encontrado en la
Septuaginta, una traducción griega antigua del siglo tercero a.C. Su nombre es
del latín Septuaginta, es decir “setenta,” derivado del reclamo de que 70
eruditos judíos se reunieron en Alejandría, Egipto durante el reinado de
Ptolomeo Filadelfia (285-287 a.C) y tradujeron las Escrituras del Antiguo
Testamento del hebreo al griego. Esta versión griega es referida por la
abreviación LXX, el cual es el numeral romano para 70. Con “licencia”
arrogante, los traductores de la LXX se salieron del orden manuscrito original
de 22 libros y re-arreglaron el Antiguo Testamento para hacerlo un total de 39
libros. Más aun, ellos declinaron seguir la triple división, a saber: la Ley,
los Profetas y los Escritos.
Las autoridades judías helénicas más tarde añadieron 14 libros,
trayéndola a un número final de libros de 53 en la LXX Antiguo Testamento
griego. Estos libros adicionales—escritos en griego por líderes religiosos
judíos griego-parlantes en el siglo tercero y segundo a.C—son llamados los Apócrifos,
es decir que eran de dudosa autoría o autenticidad. Las autoridades Aarónicas/Levíticas
consideraron estos libros añadidos como falsos, ya que contienen muchas
enseñanzas que son contrarias a la Palabra de Dios. Más aun, estos libros no
fueron escritos en hebreo, el idioma de Antiguo Testamento. Así, los libros Apócrifos
nunca fueron aceptados en el canon hebreo autorizado del Antiguo Testamento.
Martin escribe, “Nuestro Antiguo Testamento cristiano sigue un
orden de libros los cuales tuvieron su origen en Egipto en el siglo segundo y
tercero d.C. El orden fue ideado cuando la forma códex para producir libros llegó
a ser popular (este es el tipo de libro con el cual estamos familiarizados
hoy). Antes que la forma códex de hacer libros fuera usada, era costumbre usar
los rollos para la producción de documentos literarios… Los judíos todavía
demandaban la forma rollos bien entrado el siglo quinto [d.C]. Pero los
gentiles en Egipto pusieron la LXX en la forma códex. Cuando lo hicieron,
abandonaron el orden [manuscrito Aarónico/Levítico] normal judío (el cual había
sido mantenido en el templo primitivo) y re-arreglaron los libros en un… orden
[subjetivo]. Ellos pusieron los libros históricos del Antiguo Testamento juntos
en una sección, los libros poéticos en otra, y los libros proféticos en otra…
esto tuvo un efecto de estandarización del texto del Antiguo Testamento para
los lectores cristianos gentiles. El uso de la forma códex puede dar [la]
apariencia de estandarización (puede mostrar un arreglo permanente de libros,
mientras que los rollos separados no). El arreglo [códex] le dio a Jerome una
razón para mantener [el orden de la LXX] cuando ideó su versión Vulgata Latina”
(Martin, Restaurando la Biblia original, pág., 17-18).
No hay duda que Jerome “entendió plenamente” que en las
Escrituras Aarónicas/Levíticas originalmente había solamente 22 libros. De
esto, Jerome mismo escribió: “Ya que, entonces, hay veintidós caracteres
elementales por medio del cual escribimos en hebreo todo lo que decimos, y el compás
de la voz humana está contenida dentro de sus límites, así nosotros contamos
veintidós libros, por los cuales, como por el alfabeto de la doctrina de Dios,
un hombre justo es instruido en tierna infancia y, por así decirlo, mientras
todavía está en el pecho” (Jerome, Prefacio a Samuel y Reyes, NPNF, vol.
VI, pág.. 489, énfasis añadido).
A pesar de saber que el orden original consistía de 22 libros,
Jerome retuvo con tenacidad los 39 libros de la LXX para el Antiguo Testamento así
como también los 14 libros Apócrifos. Las versiones protestantes siguen el
arreglo incorrecto de Jerome, con algunas conteniendo los libros apócrifos
también.
El orden re-arreglado de Jerome del Antiguo Testamento
1.
Génesis
2.
Éxodo
3.
Levítico
4.
Números
5.
Deuteronomio
6.
Josué
7.
Jueces
8.
Rut
9.
I Samuel
10. II
Samuel
|
11. I
Reyes
12. II
Reyes
13. I
Crónicas
14. II
Crónicas
15. Esdras
16. Nehemías
17. Ester
18. Job
19. Salmos
20. Proverbios
|
21.
Eclesiastés
22.
Cantos de Salomón
23.
Isaías
24.
Jeremías
25.
Lamentaciones
26.
Ezequiel
27.
Daniel
28.
Oseas
29.
Joel
|
30. Amós
31. Abdías
32. Jonás
33. Miqueas
34. Nahúm
35. Habacuc
36. Sofonías
37. Hageo
38. Zacarías
39. Malaquías
|
Con excepción del Pentateuco, o la Ley, el posicionamiento de
los libros del Antiguo Testamento en la LXX y en la de Jerome no solamente
tiene roto el colocamiento inspirado del manuscrito original de los libros,
sino que también ha destruido las divisiones manuscritas ordenadas por Dios
de los Profetas y los Escritos, al mezclar los Profetas con los Escritos—y
especialmente con la adición de los libros apócrifos—el arreglo de Jerome del
Antiguo Testamento subvierte la unidad de la Escritura entre el Antiguo y el
Nuevo Testamento. Puentes genealógicos y enlaces históricos que sirven para
unir el Antiguo y el Nuevo Testamento como un libro—las Escrituras respiradas
de Dios—han llegado a ser ampliamente perdidos.
Los libros Apócrifos
1.
I Esdras
2.
II Esdras
3.
Tobías
4.
Judit
5.
El resto de Ester
|
6.
Sabiduría
7.
Eclesiasticus
8.
Baruc (con la Epístola de Jeremías)
9.
El canto de tres niños
|
10. La
historia de Susana
11. Bel
y el Dragón
12. Oración
de Manasés
13. I
Macabeos
14. II
Macabeos
|
Algunas versiones de la LXX combinan I y II Esdras en un libro y
dividen los dos libros de Macabeos en cuatro libros. También, la Epístola de Jeremías
es separada de Baruc, haciendo un total de 15 libros apócrifos. Tales versiones
contienen un total de 53 o 54 libros.
El Nuevo Testamento: En un intento por
exaltar las posiciones religiosas y políticas de la iglesia romana, Jerome no
solo rechazó el orden original de las Escrituras para seguir el orden de la
LXX, sino que también ideó sin ayuda un arreglo “nuevo” de los libros del Nuevo
Testamento. Para complacer a Roma y a los teólogos del Imperio Occidental,
Jerome exaltó la posición de Pablo como el “apóstol a los gentiles” sobre los así
llamados apóstoles “judíos”. Al hacerlo así, él colocó deliberadamente las
Epístolas de Pablo, comenzando con el libro de Romanos, después del libro de
Hechos—luego colocó las siete Epístolas Generales de Santiago, Pedro, Juan y
Judas después de todas las catorce Epístolas de Pablo. (Las siete Epístolas
Generales son también llamadas Epístolas Católicas—ya que el término “católico”
significa “general” o “universal”—pero no es una referencia al trabajo de ningún
teólogo católico o de la iglesia católica romana.)
De este arreglo Martin escribe: “El colocamiento nuevo y radical
de Jerome de las Epístolas de Pablo antes de las siete ‘Epístolas Católicas’ en
su Vulgata Latina también coloca al libro de Romanos y la ciudad de Roma… en
una posición de primer rango antes que los apóstoles judíos quienes una vez
tuvieron a Jerusalén como su posición de rango más alto. Este arreglo de Jerome
(para exaltar a la sección gentil de la iglesia cristiana, y la ciudad de Roma
en particular) no tiene la más mínima justificación cuando uno consulta la
mayoría de manuscritos griegos primitivos del Nuevo Testamento… los eruditos
textuales del último siglo sabían [así como lo saben todos los eruditos
textuales actuales] que este arreglo de Jerome fue simplemente el preferido por
él y fue ideado intencionadamente para exaltar las así llamadas Epístolas ‘gentiles’
del Nuevo Testamento a una posición primaria sobre aquellas las cuales tenían
características ‘judías’… el orden de Jerome de los libros del Nuevo
Testamento no puede representar el arreglo original y la evidencia de los
manuscritos demuestra esto abundantemente. La verdad es que Jerome (junto con
Agustino quien lo siguió) al adoptar su noble arreglo quiso exaltar a ‘Roma’ y
su teología sobre el sitio de ‘Jerusalén’ y sobre la autoridad de las iglesias
occidentales quienes no estaban afiliadas al liderazgo de Roma en la cristiandad.”
(Martin, Restaurando la Biblia original, págs. 9-10, énfasis añadido).
El orden re-arreglado de Jerome del Nuevo Testamento
1. Mateo
2. Marcos
3. Lucas
4. Juan
5. Hechos
6. Romanos
7. I
Corintios
|
8. II
Corintios
9. Gálatas
10. Efesios
11. Filipenses
12. Colosenses
13. I Tesalonicenses
14. II Tesalonicenses
|
15. I
Timoteo
16. II
Timoteo
17. Tito
18. Filemón
19. Hebreos
20. Santiago
21. I
Pedro
|
22. II
Pedro
23. I
Juan
24. II
Juan
25. III
Juan
26. Judas
27. Apocalipsis
|
El cambio puede no parecer crítico a primera vista. Sin embargo,
porque Jerome relegó estas Epístolas pequeñas pero vitalmente importantes de
Santiago, Pedro, Juan y Judas a una posición menos prominente, él literalmente degradó
la importancia de los Cristianos guardando los mandamientos de Dios. De un
lado, el arreglo de Jerome abrió la puerta para la iglesia romana de reemplazar
casi todos los mandamientos de Dios con su propia versión de ley y tradición.
De otro lado, también colocó el escenario para el desarrollo de una “gracia
ilegal” predominante en el protestantismo hoy.
Cuando los 27 libros del Nuevo Testamento son añadidos a la
Vulgata Latina del Antiguo Testamento de Jerome, el número total de libros es
80 o 81, dependiendo de la división de los libros apócrifos. Las Biblias
protestantes—sin los Apócrifos—se adhieren al orden eclesiástico de Jerome,
teniendo 66 libros. Es asombroso que Jerome reconociera su deshonestidad
escritural al alterar el orden manuscrito original respirado de Dios del Antiguo
y Nuevo Testamento. En vez de ser fiel a Dios y Su Palabra, él escogió agradar
al hombre—al Papa, la iglesia católica romana y su clero. De hecho, la jerarquía
de la iglesia de Roma estuvo tan deleitada con su Vulgata Latina que no solo
fue exaltado Jerome a “santo”, sino que la iglesia declaró el Latín como el
“idioma sagrado” prohibiendo otros idiomas “indignos” para ser usados en
rituales religiosos.
En su deliberado mal manejo de las Santas Escrituras, Jerome
hizo un gran daño espiritual a un número indecible de gente por más de 1500 años.
Siguiendo sus pasos, la mayoría de traductores modernos han, infortunadamente,
ignorado y rechazado de la misma manera el orden manuscrito inspirado original
de los libros de la Palabra de Dios.
El numero original de libros y su orden manuscrito
en el Antiguo Testamento
Una verdad no reconocida acerca del Antiguo Testamento:
El Antiguo Testamento es la Biblia usada en el judaísmo, pero, hablando
técnicamente, no es un Biblia judía. Tampoco es una Biblia hebrea, aunque el
Antiguo Testamento sea referido por ambos nombres. Más aun, aunque el Antiguo
Testamento hace parte de las Biblias católicas y protestantes, no es católica
ni protestante.
Si el Antiguo Testamento no es judío, hebreo, católico o
protestante—¿entonces qué es? El Antiguo Testamento mismo—cuando es analizado
cuidadosamente—revela la respuesta. La pequeña verdad es esta: El Antiguo
Testamento es en realidad una Biblia Aarónica/Levítica escrita en idioma
hebreo por los descendientes de Abraham, Isaac y Jacob—las 12 tribus de Israel.
¿Por qué es esto significativo?
Dios llamó a Moisés a guiar a los hijos de Israel fuera de la
esclavitud de Egipto; su hermano Aarón debía ayudarlo. Ambos eran descendientes
de Leví, uno de los 12 hijos de Jacob. Moisés fue el más grande de todos los
sacerdotes, profetas y escritores del Antiguo Testamento porque él vio
personalmente a Dios y habló con Él cara a cara. Él, solo, escribió fielmente
las palabras habladas por Dios como están contenidas en los primeros cinco
libros de la Biblia, llamado el Pentateuco, la Torá, o la Ley. Como un tipo
prefigurando a Jesucristo, Moisés fue único en que él fue el mediador personal
directo entre Dios y los hijos de Israel, así como también gobernador, profeta
y sacerdote. Dios escogió a Aarón, el hermano de Moisés, y a sus hijos, para
ser los sacerdotes de Israel. Más aun, Dios consagró a la tribu de Leví—los
levitas—para el servicio del tabernáculo/templo al ayudar al sacerdocio Aarónico.
Cuando los primeros cinco libros de la Biblia son examinados
cuidadosamente, ellos demuestran que lo que Moisés escribió son las palabras
reales del SEÑOR
Dios.
Moisés no escribió nada de su propia iniciativa, sino solamente transmitió las
palabras que Dios le ordenó escribir.
Antes de su muerte, Moisés escribió el libro de Deuteronomio,
finalizando el Pentateuco—los cinco libros de la Ley. Él le dio luego los
rollos originales de la Ley, también llamados autógrafos, a los sacerdotes para
ser colocados en unas mangas especiales unidas al lado del Arca del Pacto.
Dentro del Arca misma estaban las dos tabletas de piedra sobre las cuales
habían sido escritos los 10 mandamientos por el dedo de Dios, un omer de maná y
la vara de Aarón que brotó. Así, los rollos originales de la Ley—los cuales Moisés
registró fielmente como la Ley de Dios para los hijos de Israel—fueron siempre
almacenados en la porción del tabernáculo llamado el Santo de Santos y, más
tarde, en la del templo de Jerusalén. “Y sucedió cuando Moisés había
terminado de escribir las palabras de esta ley en un libro hasta que ellas
fueron terminadas, que Moisés ordenó a los levitas que llevaban el arca
del pacto del SEÑOR, diciendo, “Tomen este libro de la ley, y póngalo en el
lado del arca del pacto del SEÑOR su Dios, para que pueda estar ahí como un
testigo contra ustedes,”
(Deuteronomio 31:24-26).
Así,
desde la muerte de Moisés, los sacerdotes Aarónicos y los levitas fueron
hechos los custodios oficiales de la Palabra de Dios. El Antiguo Testamento
comenzó con Moisés, un levita, quien escribió la Ley de Dios. Dios luego transfirió
la Ley al sacerdocio Aarónico, quienes eran levitas, para salvaguardarlo y
preservarlo. Fue de estos rollos originales que copias fieles fueron hechas
por los sacerdotes y levitas para ensenarles a los hijos de Israel.
Más
tarde, Dios uso a sacerdotes tales como Samuel, Jeremías y Ezequiel,
descendientes de Aarón, para escribir otros libros de la Biblia. Sus escritos
fueron “guardados delante del Señor.” Cuando Samuel proclamó el pacto enmendado
para los hijos de Israel, después que Dios les otorgara su requerimiento para un
rey, él “…lo escribió
en un libro [rollo] y lo guardó delante del
SEÑOR.” (I Samuel 10:25). Sin embargo, los escritos de otros hombres
quienes no fueron sacerdotes o levitas—tales como el rey David y Salomón, de la
tribu de Judá, y muchos de los profetas—fueron entregados al sacerdocio para
ser “guardados delante del Señor.” Cuando David escribió su primer Salmo, él se
lo dio a Asaf el sacerdote, quien estaba a cargo del Arca del pacto cuando
David la llevó a Jerusalén y la tuvo en una carpa en la casa del rey: “Entonces en ese día David entregó primero este salmo
en la mano de Asaf y sus hermanos para agradecer al SEÑOR:” (I Crónicas
16:7).
Así,
registros escritos importantes llegaron a ser parte de los profetas, salmos y
escritos históricos. Ultimadamente, tales escritos oficialmente fueron hechos
una parte permanente de la Palabra de Dios cuando Esdras el sacerdote—ayudado
por los sacerdotes y levitas de la Gran Asamblea o Sinagoga—completaron la
edición y canonización final de las Escrituras del Antiguo Testamento a finales
del siglo quinto a.C.
Evidencia
escritural muestra intencionalmente que Dios siempre usó a los sacerdotes Aarónicos
y a los levitas como escritores, editores y custodios de las Santas Escrituras
del Antiguo Testamento. Ciertamente, el Antiguo Testamento no es realmente una
Biblia judía o hebrea—o un Antiguo Testamento católico/protestante. Más bien,
la Palabra de Dios revela que el Antiguo Testamento es una Biblia Aarónica/Levítica
escrita en hebreo. Desde el tiempo de Moisés, Dios le dio la
responsabilidad de preservar y canonizar el Antiguo Testamento al sacerdocio
aarónico y a los levitas, el cual fue finalizado por Esdras, un sacerdote
aarónico. Dios nunca les asignó esta responsabilidad a los judíos de la tribu
de Judá. (Vea “Un resumen de la transmisión del texto del Antiguo Testamento Aarónico/Levítico
y otras versiones,” p.96).
El
numero original de libros del Antiguo Testamento: Con la canonización
final del Antiguo Testamento, Esdras y la Gran Asamblea compilaron la Palabra
de Dios en su orden manuscrito final de 22 libros. (Vea Capitulo 3: “La
canonización del Antiguo Testamento,” p.23).
Durante
la última mitad del siglo primero d.C, Josefo—un notable historiador judío y un
sacerdote aarónico del primer curso—confirmó que el número oficial de los
libros canonizados en el Antiguo Testamento era 22: “No tenemos un numero
incontable de libros, discordantes y arreglados uno contra el otro; sino
únicamente veintidós libros, conteniendo la historia de cada era, los cuales
son justamente acreditados como divinos” (Josefo, Antigüedades de los judíos,
Contra Apion, 1:8:39).
Concerniente
a otros testigos quienes verificaron que el número de libros en el Antiguo
Testamento era 22, Martin escribe: “Habían solamente 22 libros al Antiguo
Testamento estándar. Esta numeración puede ser rastreada atrás al menos
doscientos años antes del tiempo de Cristo. Es encontrado en el Libro de
Jubileos. Aunque Jubileos representa aparentemente la opinión
teológica de algunos judíos sectarios de la comunidad del Mar Muerto (o en
simpatía con ellos), la información en el libro todavía refleja mucho del
sentimiento normal judío. Esto es especialmente cierto cuando el autor [de Jubileos]
hizo una declaración simple de que el canon del Antiguo Testamento era contado
como 22 libros en número. Ciertamente, había una razón especial del por qué los
libros tenían que ser 22 en cuanto le concernía al autor de Jubileos.
“Anotado
al texto restaurado de Jubileos 2:23 está la observación de que Dios hizo 22
cosas en los seis días de la creación. Estos 22 eventos eran paralelos a las 22
generaciones desde Adán hasta Jacob, las 22 letras del alfabeto hebreo, y los
22 libros de las Santas Escrituras. El profesor R. H. Charles mantuvo que esta información
concerniente a los 22 libros debería ser retenida en el texto… Vea la nota de
Charles en Jubileos 2:23, Apócrifo y Pseudepigrafa, II. p. 15. Cc. Kaufman
Kohler, ‘Libro de Jubileos,’ Enciclopedia Judía, VII (Nueva York: 1907), p 302.
Así, tan temprano como el año 150 a.C., era común para los judíos contar los
libros del Antiguo Testamento como siendo 22 en número” (Martin, Restaurando
la Biblia original, p. 57).
“Cuando
Dios quiso dar su revelación completa del Antiguo Testamento a la humanidad,
ese canon divino fue presentado en 22 libros autorizados… ‘Como con el hebreo,
hay veintidós letras, en las cuales todo lo que puede ser dicho y escrito es
comprendido, así hay veintidós libros en los cuales están contenidos todo lo
que puede ser conocido y pronunciado de [las] cosas divinas’ ” (William H.
Green, Una introducción general al Antiguo Testamento, vol. I, p.87).
“Realmente
no puede haber duda de que el número de libros del Antiguo Testamento que fue
canonizado por Esdras el sacerdote fue contado como 22 en número. Ciertamente,
hay una evidencia abundante de eruditos Cristianos posteriores, de que este número
oficial de libros era ciertamente correcto” (Ibíd., p.58). Abajo hay una lista
de veintidós eruditos Cristianos, desde el 170 d.C hasta el 1300 d.C, quienes
afirmaron que el Antiguo Testamento tenía 22 libros en su canon autorizado:
1. Melito, 170
2. Origen, 210
3. Hilary de Poitiers, 360
4. Atanasius, 365
5. Concilio de Laodicea, 343-391
6. Ciril de Jerusalén, 386
7. Gregorio de Nazianzus
8. Epifanius, 400
|
9. Rufinus, 410
10. Jerome, 410
11. Sinopsis de Escritura sagrada,
500
12. Isiodoro de Sevilla, 600
13. Leontius, 610
14. Juan de Damasco
15. Niceforus, siglo 9no
16. Jesudad de Hadad, 852
|
17. Hrabanus, siglo 9no
18. Moisés de Corene, 1000
19. Pedro de Cluny, 1150
20. Juan de Salibury, 1180
21. Hugh de St. Victor,
siglo 12
22. Ricardo de St. Victor, siglo 13
(Ibíd., págs. 58-60)
|
El orden original de los libros del Antiguo
Testamento: Los
39 libros del Antiguo Testamento—como son encontrados en la mayoría de
versiones hoy—comprenden todo el Antiguo Testamento. La diferencia en número
entre los 39 libros y el numero original de 22 libros esta en como agrupó
Esdras los libros y como fueron contados en la División Tripartita del Antiguo
Testamento. La división en tres partes del Antiguo Testamento es:
1.
La
Ley
2.
Los
Profetas
3.
Los
Escritos (también conocida como “Salmos” porque el libro de Salmos esta listado
primero en esta división).
El
orden manuscrito original y el número de libros
del
Antiguo Testamento canonizado
LA
LEY
1. Génesis
2. Éxodo
3. Levítico
4. Números
5. Deuteronomio
|
LOS
PROFETAS
Los Profetas
antiguos:
6. Josué y Jueces
(un libro)
7. El libro de
los Reinos—I, II Samuel y I, II Reyes (un libro)
Los
Profetas posteriores:
8. Isaías
9. Jeremías
10. Ezequiel
11. Los 12
profetas menores (un libro)
|
LOS ESCRITOS
12. Salmos
13. Proverbios
14. Job
15. Cantos de Salomón
16. Rut
17. Lamentaciones
18. Eclesiastés
19. Ester
20. Daniel
21. Esdras y Nehemías
(un libro)
22. El libro de Crónicas
I y II (un libro)
|
Jesús Mismo ratificó completamente esta
división en tres partes (Lucas 24:44-46).
Después que Esdras murió, la Gran
Asamblea—la cual ayudó a Esdras en su canonización del Antiguo Testamento—permaneció
como la autoridad religiosa suprema en Judea por más de 100 años. Bajo su guía
fueron hechas algunas adiciones menores a las tablas genealógicas de las
familias sacerdotales importantes hasta el tiempo de Alexander el Grande en el
331 a.C (Nehemías 12:11, 22).
Libros
no-canónicos mencionados en el Antiguo Testamento
Varios libros son mencionados en el
Antiguo Testamento los cuales no llegaron a ser parte del canon final de
Esdras. Ellos son llamados algunas veces los “libros perdidos” de la Biblia:
El
libro de las guerras del Señor
El
libro de Jaser
El
libro de los hechos de Salomón
El
libro de Natán el profeta
El
libro de Gad el vidente
La
profecía de Ahías el silonita
Las
visiones de Iddo el vidente
El
libro de Semaías el profeta
El
libro de Jehu el hijo de Hanani
Los
dichos de Hosai
|
(Números
21:14)
(Josué
10:13; II Samuel 1:18)
(I
Reyes 11:41)
(I
Crónicas 29:29)
(I
Crónicas 29:29)
(II
Crónicas 9:29)
(II
Crónicas 9:29)
(II
Crónicas 12:15)
(II
Crónicas 20:34)
(II
Crónicas 33:19)
|
De
estos libros Martin escribe: “¿Pertenecen estos ‘libros perdidos’ al canon
sagrado del Antiguo Testamento? No. Los últimos siete de estos 10 libros fueron
referidos por Esdras en el Libro de Crónicas, y fue él el responsable de
canonizar todo el Antiguo Testamento. Él mencionó estos documentos históricos
para apoyar la verdad de lo que él escribió en el Libro de Crónicas, pero no incluyó
ninguno de ellos como parte de la Escritura divina. Si él los hubiera querido
en el canon, podía fácilmente haber colocado uno o todos ellos dentro de la
colección divina. Él no lo hizo. Estos libros fueron simplemente libros de
historia los cuales contenían registros verdaderos del pasado… pero Esdras no les
concedió estatus divino. Esto es significativo. Si Esdras no los contó como canónicos,
tampoco debería nadie más que respete el oficio de Esdras y la Gran Asamblea.
Este es el caso de todos los otros libros mencionados en el Antiguo Testamento
y no encontrados dentro del presente canon bíblico” (Martin, Restaurando la
Biblia original, págs. 182-183).
Con
la canonización final de Esdras, la Biblia Aarónica/Levítica—conocida hoy como
el Antiguo Testamento—fue completada. Sin embargo, esa es solamente la mitad de
la historia. El Nuevo Testamento todavía debía ser escrito aun. Y solamente
entonces sería completa la Palabra de Dios—La Santa Biblia.
El orden original de los libros en el
Nuevo Testamento
Aunque
Jerome cambio el orden de los libros canónicos del Nuevo Testamento, no alteró
su número añadiendo libros extras o dividiendo libros existentes en dos o más
partes como él y los traductores de la LXX habían hecho con el Antiguo
Testamento. Sin embargo, él cambio la ubicación original de las siete Epístolas
Generales (también conocidas como “Epístolas Católicas” o “Epístolas
Universales”, es decir que ellas fueron distribuidas a todas las iglesias
conocidas en el mundo en el tiempo en que fueron escritas). Él las movió de su
orden manuscrito original después del libro de Hechos y las reposicionó después
de las catorce Epístolas del apóstol Pablo y antes del libro de Apocalipsis.
Como
con el Antiguo Testamento, Jerome entendió el orden manuscrito original de los
libros del Nuevo Testamento. Martin escribe: “Este orden manuscrito apropiado…
fue incluso reconocido por Jerome mismo, aun así en una carta personal a su
amigo Paulinus, Jerome siguió un orden peculiar para Epifanius quien incluso colocó
las cartas de Pablo justo después de los cuatro Evangelios (Lardner, vol. IV, págs.
437, 438). Esta rareza de orden es también encontrada en el manuscrito
Sinaiticus y [es] claramente diferente al orden de los manuscritos originales…”
(Martin, Restaurando la Biblia original, pág., 12).
El bien conocido orden original: Es un hecho
establecido que desde tiempos antiguos la vasta mayoría de eruditos bíblicos
han sido completamente concientes del orden manuscrito original de los libros
del Nuevo Testamento. “Casi todas las autoridades eclesiásticas griego
parlantes de las áreas de Palestina, Siria, Asia Menor, y Grecia se refieren a
los libros del Nuevo Testamento y lo hacen así en el arreglo manuscrito
apropiado. [En] todos los casos ellos posicionan las siete ‘Epístolas Católicas’
(desde Santiago hasta Judas) antes de las del apóstol Pablo. Atanasius dijo que
el orden era ‘los cuatro Evangelios; Hechos de los Apóstoles; las siete Epístolas
Generales; las catorce Epístolas de St. Pablo; y la Revelación de Juan.’
“Leontius de Bizantium mencionó el orden
como ‘Mateo, Marcos, Lucas, Juan, los Hechos de los Apóstoles, las siete Epístolas
Católicas, las Epístolas de Pablo, y el Apocalipsis’ ” (Horne, Introducción,
vol. IV, p. 253).
Martin
añade: “Filastris fue incluso más atrevido en su declaración de que las siete Epístolas
Católicas deben ser posicionadas antes de las de Pablo porque en Gálatas 1:17
Pablo dijo que los apóstoles judíos estaban ‘antes de mí.’ (Moffat, Introducción
a la literatura del Nuevo Testamento, p. 13)” (Martin, Restaurando la Biblia
original, p. 11).
En
su libro, El Nuevo Testamento en el griego original, Maurice A. Robinson
escribe esto concerniente al orden de los libros canónicos: “Los manuscritos
individuales presentan los libros del Nuevo Testamento en varios arreglos; sin
embargo, un ‘orden canónico’ griego particular parece haber sido popular
durante la historia transmisional antigua. Este orden es evidenciado
parcialmente dentro de varios papiros y manuscritos primitivos, y ocurre en la
Carta Festal de Atanasius del siglo cuarto (d.C 367) y la lista de los libros
canónicos atribuida al Concilio Laodiceano (d.C 360/363).
“De
acuerdo al ‘orden canónico’, los libros del Nuevo Testamento están agrupados
como sigue: Evangelios, Hechos y Epístolas Generales, Epístolas Paulinas y
Apocalipsis. Los libros individuales dentro de cada categoría siguen el orden
familiar, excepto que en las Epístolas Paulinas, Hebreos esta entre Segunda de Tesalonicenses
y Primera de Timoteo [el cual es el orden correcto], separando intencionalmente
las epístolas de Pablo a las iglesias locales de aquellas escritas a los
individuos” (Robinson y Pierpoint, El Nuevo Testamento en el griego original,
2005, págs. xvixvii). (Ver “Un resumen de la transmisión del texto griego del
Nuevo Testamento,” págs. 100-101).
El orden manuscrito original y el número
de libros del Nuevo Testamento canonizado
EVANGELIOS/
HECHOS
1. Mateo
2. Marcos
3. Lucas
4. Juan
5. Hechos
de los apóstoles
|
EPISTOLAS
GENERALES
6.
Santiago
7.
I Pedro
8.
II Pedro
9.
I Juan
10.
II Juan
11.
III Juan
12.
Judas
|
EPISTOLAS DE
PABLO
13.
Romanos
14.
I Corintios
15.
II Corintios
16.
Gálatas
17.
Efesios
18.
Filipenses
19.
Colosenses
20.
I Tesalonicenses
21.
II Tesalonicenses
22.
Hebreos
23.
I Timoteo
24.
II Timoteo
25.
Tito
26.
Filemón
|
APOCALIPSIS
27. El Libro de la Revelación de Jesucristo
|
Es interesante notar que el libro de Hebreos—cayendo entre las Epístolas
de Pablo a las Iglesias y sus cartas individuales—es el número 22 en el canon
original del Nuevo Testamento. Como hemos visto, el número 22 está asociado singularmente
con el idioma hebreo y la nación de Israel.
Ahora que la integridad del orden manuscrito original respirado de
Dios y el número de libros en la Biblia completa—Antiguo y Nuevo Testamento—han
sido establecidos, sabemos que el número total de libros es 49. Los 22 libros
del Antiguo Testamento, más los 27 libros del Nuevo Testamento hacen un total
de 49 libros. Esta Biblia, La Santa Biblia en Su orden original—Una versión
fiel con comentario, es la primera Santa Biblia completa a ser impresa con
los libros del Antiguo y Nuevo Testamento arreglados en su orden manuscrito
original. Así, llega a ser la “Biblia original restaurada”, haciéndola única
entre las billones de Biblias alrededor del mundo.
En el siguiente capítulo, demostraremos como el orden original y
el número de libros son pruebas inconfundibles del “diseño divino de Dios de la
Santa Biblia.”